Mi verdadera historia...
martes, 8 de enero de 2008Fue una noche densa de verano. Arrojados mis sueños sobre una silla playera en el patio de mi casa y mis ojos concentrados en el esplendor de una sola estrella perdida en la inmensidad del oscuro cielo, donde dicen, se esconde una vida mejor.
De momento un brillo amarillento dorado vi asomarse desde la cornisa de la terraza (las terrazas me aterraban, vale aclarar), y no era un solo brillo sino dos. Tampoco fueron dos, sino 4, 6 y 8 y así se multiplicaron hasta teñir lo negro de la noche con su resplandor.
El escalofrío recorrió mi columna hasta llegar al recoveco del cerebro donde se esconden los miedos, mis manos temblaban, el pulso casi no se sentía, mi frente sudaba infinitas gotas, era prisionero de la horrible sensación de continuo susto.
Se acercaron lentamente, uno tomó la delantera, el resto lo seguía como una bandada, formando un triángulo equilátero, como un scrum o la formación de las bolas de pool antes del primer tacazo, donde el orden jerárquico era absolutamente perceptible.
La belleza de sus ojos condescendían a la hermosura de sus cuerpos, tan ágiles como seductores, tan escurridizos como felinos.
Cuando tuve al primero de ellos frente a frente el miedo ya me había abandonado y debo decir que en buena hora. Nunca me gustó faltar a la verdad pero sin exagerar puedo afirmar que detrás de aquel habría un sequito de más de 150 gatos de todas las razas y colores. Impresionaba ser testigo de cómo todos ellos se subordinaban con absoluta incondicionalidad a la voluntad del primero y más impresionante fue ver como él dejaba de ser él para transformarse en medio de una nube de humo en una sublime hechicera de hermosos rizos rubios, perfección en sus rasgos, de un cuerpo que despertaría envidia en más de una modelo y de una hermosura tan indescriptible como real.
Durante la edad media en Europa a fines de siglo XIV la Iglesia ordenó una matanza masiva de gatos en toda la región ya que estos animales estaban vinculados al paganismo y a dioses de otras culturas, como la egipcia, donde gozaban de absoluta veneración. Fue así que se mataron millones de felinos. Sin embargo, más caro le costo al humano, dado que la Peste Negra, enfermedad cuyo principal transmisor fue la plaga de ratas que superpobló Europa, azotó al “Viejo” continente llevándose más de 25 millones de personas. Sin gatos, las ratas se reprodujeron infinitamente y la enfermedad se propagó sin piedad. ¿Venganza de la naturaleza?
Seduciéndome fijamente a los ojos y con una voz que acaramelaba sus palabras, la preciosa hechicera dijo: “hemos esperado 7 siglos para nuestro regreso, sabido es que los gatos poseemos 7 vidas y hoy volvemos para nuestra reivindicación histórica. Un humano debe mutar y llevarnos a su vida para que nuestras penas más intimas puedan entender porque cientos de años atrás hemos sufrido una masacre. No queremos venganza, sólo poder comprender sus mentes. Y vos, desde 7 siglos atrás has sido el elegido, en nuestro reino esperábamos ansiosos tu llegada.”
Consumido por los nervios, titubeante pregunté: ¿Cuál es la certeza para saber que yo soy el elegido?”
Sin dudar y acompañando su respuesta con una hermosa sonrisa contestó: “la fecha de tu nacimiento no fue casualidad, 7 de julio, o sea, 7/7, te lo he dicho 7 siglos pasarían y 7 vidas tenemos. Y además, hay algo que tal vez todavía no descubriste, esa marquita que misteriosamente los médicos jamás supieron explicar debajo de tu pie derecho es el símbolo de nuestro reino. Es el rostro del primer gato que Dios creó. Vos sos el elegido”.
En ese momento me invitó a tomar un misterioso (si es que aún podría existir más misterio) brebaje compuesto de un líquido casi fucsia con 7 pelos de 7 razas de gatos distintas. Con escepticismo pero con la certeza que otorga el bien, lo bebí y en pocos minutos la mutación se hizo amiga de mi cuerpo. No entré en pánico porque ya sentía como ellos y ellos sentían como yo. Caí rendido en un profundo sueño, incalculable en tiempo. Al abrir los ojos nada sería como antes. Nadie estaba a mi alrededor. Con sorpresa mi cara había cambiado, mi instinto se había intensificado pero mi forma humanoide permanecía intacta. Hoy tengo un objetivo que cumplir, no fue elegido por mí pero sí yo fui elegido por ellos. Tal vez la eternidad me trajo a este mundo para este fin. Difícil es entender, tal como le paso a ellos con los humanos. Pero lo que sí sé es que hoy tengo una misión y sin dudas que comenzaré una nueva vida; una vida con más preguntas que certezas, una vida en la que será aprender, aprender a ser un gato...
1 comentarios:
- PHILIPPE dijo...
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MUY INTERESANTE,EL VER SER UN GATO DE ESA MANERA,ACTUALIZÁ,POR FAVOR,ESPERO NOVEDADES DE TU BLOG,MUY BUENA "TU VERDADERA HISTORIA",CADA UNO TIENE LA SUYA,QUIENES NOS CONSIDERAMOS GATOS,"DE ALGUNA MANERA",NO?,LA TUYA DIVERTIDA,TU BLOG,Q POR CIERTO NO RECUERDO COMO LLEGUE...
- 21 de abril de 2008, 3:16