Deteriorado

viernes, 20 de junio de 2008


Es frágil la salud. Sobre todo en soledad. Y definir soledad no siempre es permanecer sin compañía o sin alguien alrededor. Es más, creo que gran parte de la sensación de soledad se debe a esa compañía insuficiente, que logra hacer escasear el afecto, la ayuda, los objetivos planteados, la alegría.
Los reclamos escupidos desde un orden central hacia su periferia más directa, muchas veces no son oídos, ni siquiera orejas. Quiero decir, no se los escucha. Se los desestima.
Pensamos que estar sentados en la misma mesa es crear un ambiente de contención, comprensión y colaboración. Lejos estamos si a esos momentos no le sumamos la palabra teñida de solución. Restamos con la agresión, con la crítica constructiva de heridas.
El deterioro no viene solo. Lo empujan los años que nadie detiene. El desgaste en las relaciones es una forma de deterioro. El consumo excesivo de drogas de todo tipo, baratas y caras, de moda e históricas, facilitan el deterioro mental. Tu ropa se deteriora. Tu vista y tu fútbol vistoso. El color del auto. La gracia del alma. Hasta el talento. Y todo este contexto lo encierra el techo. La casa se deteriora.
¿Puede influir la caída estética de la morada en la construcción diaria del hogar? Sí, claro, por supuesto. Positiva y negativamente. La primera es la ideal y la segunda, la más fácil. Hace rato que elegimos la segunda. En soledad.

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