Piano Piano

martes, 29 de diciembre de 2009


Sin temor a equivocarme puedo afirmar que el objetivo de cualquier ser humano en esta vida es buscar a cada paso y a cada segundo un bien tan intangible, abstracto y carente de una definición corpórea como lo es la felicidad. A la felicidad se la siente; no se la define, ni se la discute ni se la alienta.
Como sabemos, y habremos experimentado, existen distintas etapas en la vida de una persona y seguramente, ese rapto o esos momentos de felicidad son diversos en intensidad, en formas, en elecciones y hasta en colores, de acuerdo a los escalafones determinados por la edad. Entendemos, por ejemplo, que en la época infantil, los juegos serán considerados dentro de ese espacio, luego en la adolescencia los momentos compartidos con amigos, también al experimentar la primera acelerada del corazón conociendo el amor y probablemente en lo éxtasis de diversión, de un grito de gol o de un riff emocionante.
Sin embargo, cuando uno se transforma en adulto o anda cerca, la felicidad se encuentra, mucha veces, vinculada al éxito personal y ese éxito, en la mayoría de los casos entendemos, esta directamente relacionado con alcanzar altos niveles sociales, económicos y laborales de la persona. Uno pasa la mayor parte de su día trabajando, y hacerlo en una actividad placentera y redituable, probablemente sea la mayor expresión de éxito en nuestros días.
Hoy encontramos personajes y personas transcendentes y exitosos ya formados, con un nombre propio registrado como marca indeleble para el resto de los mortales, en algunos casos son famosos artistas, deportistas, empresarios, religiosos, escritores o la actividad que su corazón les haya comandado. Seguramente, con solo nombrar su apellido o ver una imagen, automáticamente esbozamos en nuestra mente, de manera profunda o vaga, de acuerdo al interés que nos despierte, su actualidad o su profesión. Pensamos en ellos como seres exitosos, y sospechamos que nacieron con esa estrella, con esa misma casa, con esa fortuna económica y con esos pergaminos. Sin embargo, estimados amigos, estos seres antes de ser quienes son, fueron mortales simples como nosotros. Su virtud fue construir momento a momento su estado actual. Y si los admiramos y anhelamos alcanzar en nuestras vidas un estado tan ideal, tenemos que conocer su historia para aprender de los que alcanzaron su sueño.
Sin más, allí voy con mi grabador para aprender de aquellos que más jugo le sacaron a la vida. Entendiendo que el secreto del hacer es buscar la felicidad interna, y para encontrarla, la única fórmula justamente es el hacer; y cada cual, a su manera.

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